SABES QUé.... 03/06/2025
Después de patear todo el día, la llegada al refugio te dibuja una sonrisa en tu cara, pues tus cansados pies piden tregua para poder seguir al día siguiente o emprender la vuelta a casa.
Con este artículo queremos darte a conocer algunas curiosidades sobre los refugios de montaña que puede que no supieras.
El origen de los refugios modernos como los conocemos hoy en día, está en las cuevas naturales, chozas de piedra o pequeñas construcciones rústicas situadas en alta montaña que eran utilizadas por pastores, cazadores y montañeros para guarecerse. Especialmente los pastores y cazadores pasaban largas jornadas en la montaña y en ocasiones las inclemencias meteorológicas o, sencillamente, la lejanía de casa les obligaban a pernoctar buscando estar protegidos. Con los años y el crecimiento del interés por el mundo montañero, los refugios han evolucionado y crecido para poder albergar a más personas que buscan descanso, comida y a ser posible, una ducha.
Hablando de ducha, hemos dicho como ves "a ser posible una ducha" no por casualidad, ya que muchos refugios no disponen de agua corriente ni de electricidad. Esto sucede especialmente en los refugios más remotos, donde el agua es recogida de los manantiales, arroyos o nieve derretida y la electricidad en el mejor de los casos proviene de placas solares o generadores. En los casos más austeros directamente no hay electricidad, por lo que el refugio cumple la función más básica que es protegerte de la dura meteorología que puedes encontrarte a una altitud elevada.
La comida en los refugios no es especialmente económica, pero: ¿te has preguntado alguna vez el porqué? Muy sencillo: porque la comida llega al refugio en helicóptero o gracias a porteadores que la suben a pie, con todo el esfuerzo que ello supone. Ahora, cuando estés tomando un plato de comida caliente para cenar, o una cervecita que te sabe a gloria después del palizón de día que te has pegado, aún lo paladearás y agradecerás más, ¿verdad que sí?
Las noches en un refugio de montaña juegan en otra liga, ya que gracias a estar lejos de la contaminación lumínica, podrás disfrutar de un maravilloso espectáculo mirando al firmamento. Imagínate: una infusión bien calentita después de un día agotador y sales al exterior del refugio para contemplar el cielo estrellado. Te podemos asegurar que es un absoluto regalo de la naturaleza.
Si eres muy novata o novato en esto de ir a un refugio de montaña, debes saber que allí se respira y fomenta el espíritu montañero en todo: se comparten espacios (mesa, baños e incluso cama), si alguien necesita ayuda con algo es fácil que encuentre una respuesta solidaria y el respeto a los demás es básico para asegurar el descanso. Respecto a la cama, lo más habitual en los refugios es encontrarse con zonas de descanso comunes que incluyen camas en hilera o literas.
Como te decíamos, el descanso es fundamental, por ello, aunque un refugio no es un hotel tiene normas básicas para asegurar una buena convivencia: quitarse las botas al llegar (es fácil que estén sucias de barro, polvo o incluso mojadas), llevar saco / sábana, respetar los horarios y estar en silencio en los dormitorios. Si tienes que levantarte de madrugada para subir a esa cima, debes dormir lo suficiente.
Los refugios de alta montaña son puntos clave en rutas alpinas famosas tan míticas como el Tour del Mont Blanc, la Alta Ruta Pirenaica o el GR20 en Córcega. Puedes encontrar refugios hasta a más de 3.000 metros de altitud.
Y, quizás esto te sorprenda, pero hay refugios automáticos. Son los que se consideran de emergencia y se trata de estructuras pequeñas, sin guardas ni nadie que lo regente, abiertas durante todo el año para casos de necesidad. Pueden ser de metal, madera y hasta algunos que parecen cápsulas futuristas, ¡muy de película! ¿Conoces o has estado en alguno de ellos?